Un verano para no olvidar

 Un verano para no olvidar

Dos amigas telepáticas decidieron compartir unas vacaciones inolvidables en la tranquila ciudad de Medina de Pomar. Aunque esperaban unos días de descanso, lo que vivieron fue digno de un cómic de Zipi y Zape. Alquilaron un piso que podría llamarse "Esta casa es una ruina".

El piso era un laberinto oscuro con problemas eléctricos y una puerta en la mano derecha que daba un pasillo muy largo el cual era oscuro, llegando a una habitación con dos camas y a una sala al fondo sin llegar a usarlos por dicho motivo. Sin portero automático y un camarote parecido a una cueva.

 La aventura comenzó con un viaje en taxi lleno de maletas, una silla de ruedas, un canario llamado Blanquito y, por supuesto, bloqueos de párkinson.

La comida en el Hostal Linaje, el primer día, se convirtió en un evento, ya que necesitaron la silla de ruedas para volver a casa debido a un bloqueo repentino.

 El piso era una pesadilla con polillas, moscas y arañas como compañeros no deseados.

A pesar de todo, tenían un pequeño balcón no muy limpio donde sacaban a blanquito todos los días y les alegraba con sus cantos.

Decidieron poner un bote comunitario para los gastos de casa, comida y poteos 

Cada día las amigas, Marisol y Merche, jugaban a las cartas, al ajedrez y a la "Medinoca". Parecía que se habían vuelto adictas como las que van al bingo a diario. cada vez que una perdía, ponía dinero en el bote. 

Se aficionaron a comer dónuts todos los días, exploraron la ciudad, compartiendo anécdotas sobre conocidos y experiencias divertidas.

Decidieron ir a la aventura comiendo cada día en un lugar distinto. San Francisco, El Siglo, La Granola, incluso en casa donde cocinaron de todo, lo mejor fue una tortilla de patata que a Marisol le queda muy sabrosa. Pasando por diferentes zonas de la ciudad la calle Mayor y casco histórico con sus torres, la plaza de Somovilla etc.

Las desventuras continuaron con un horno roto y ruidos misteriosos en la noche. A pesar de todo, disfrutaron de su tiempo juntas, se encontraron con amigos/as en Medina y vivieron momentos inolvidables como las fotos tan bonitas que se sacaron en el río Villacobos con los chalecos que se habían comprado y las aventuras en Medinapiel, volviendo casi loca a la dependienta que creía que eran hermanas.

Disfrutaron con una aplicación del móvil en la que parecían famosas. Se reían cada vez que veían la foto con el Alcázar de fondo.

La convivencia entre estas dos amigas fue llevadera, los síntomas del párkinson de cada una eran diferentes, Marisol temblaba y tenía bloqueos, y Merche solía hablar bastante, tenía lentitud de movimientos, y dormía como un tronco, aunque su amiga se levantara por la noche para ir al baño pasando por delante de la otra cama, ya podía caerse la casa que no se despertaba. cuando jugaban a las cartas, a veces no se aclaraban, Merche casi nunca había jugado con comodines, y jugando al chinchón no sabía si hacía menos 10 o menos 20. Marisol solía salir a veces al balcón a fumar lo cual le producía una sensación incómoda a Merche, pues cada vez que entraba en la cocina le olía la ropa. Le hizo remontarse a cuando vivía su padre, hace 35 años y se podía fumar en casa: en invierno la puerta estaba cerrada por el frío y olía a tabaco. Con eso también hay una anécdota. Cada vez que iban a Medina, antes de entrar en el coche a Merche le daban ganas de vomitar, era un vehículo viejo, un 127, y entre el olor a gasolina y el olor a tabaco le daban náuseas, aun así llegaban a su destino sanos y salvos. Lo mejor que les ha pasado a estas amigas, es que se han sincerado, sobre lo que opinaba la una de la otra, han sabido llevarlo bien, cada una ha tenido que cambiar algunos hábitos de desayuno y comidas pero desde luego, volverían a repetir, fue una experiencia inolvidable.

El punto culminante fue la reunión con los compañeros de la Asociación de Parkinson, donde compartieron risas y abrazos. Les costó encontrar sitio, el restaurante al que iban todos los veranos estaba cerrado ese día y tuvieron que buscar un plan B que fue irse a Villarcayo. Restaurante Las Francesas. Un lugar precioso y una comida riquísima. 

Al final, una vez que Marisol se fue, Merche se quedó sola, lidiando con los bichos y escribiendo esta historia de sus locas vacaciones con su amiga Zipi, ¡perdón, Marisol!

Merche Real 26 de julio del 2023





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